~ Parada Literaria: 2010

domingo, 14 de marzo de 2010

La buena suerte Claves de la Prosperidad

Todos, a lo largo de nuestra vida hemos tocado más de una vez el tema de la Suerte, inclusive, podría decirles que hoy más que nunca, muchos andamos en busca de un poco de Buena Suerte.

En este sentido, he encontrado en el libro “La Buena suerte, Claves para la prosperidad”, de Alex Rovira Celma y Fernando Trias de Bes, una serie de lineamientos que me han ayudado a replantearme, en un momento especialmente complicado, el tema de la Buena Suerte.

“Hace mucho tiempo, en un reino lejano, Merlín convocó a todos los caballeros del reino y les dijo: «en siete noches, el Trébol Mágico de las Cuatro Hojas, el trébol que proporciona suerte ilimitada al que lo posee, nacerá en algún lugar del bosque encantado».
Con esta frase, comienza la leyenda de La Buena Suerte, un libro inspirador y extraordinariamente positivo, que mediante una historia novelada, de dos caballeros que van en busca de un Trébol Mágico, desprende en cada una de sus páginas, importantes lecciones relacionadas con; trabajo, perseverancia, visualización, entre otros.
Es así como sus autores, establecen diez pilares básicos para crear “La Buena Suerte”. Porque, la buena suerte no es que no exista, es como todas las cosas hay que crearla y trabajar mucho para lograr su consecución.
Una vez más, se señala la importancia del trabajo y el esfuerzo personal para alcanzar el éxito en nuestro campo. Pero además, se plantea la importancia que tiene el que dicho trabajo sea dirigido en el camino adecuado, creando así, circunstancias favorables para que llegue la Buena Suerte.
Resumiendo, es una buena obra de autoayuda, de lectura fácil y rápida, que cumple con la función entretener y satisfacer no solo a los amantes de éste tipo de libros, sino también a quienes prefieren otros géneros. Ya que inyecta al lector, una dosis de ayuda y orientación, para ser utilizada en aquellos momentos en los que necesitamos más que nunca, un poco de Buena Suerte.

La Buena Suerte Claves de la Prosperidad,Alex Rovira-Fernando Trías de Bes, Ediciones Urano, 120Pág,2004.

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jueves, 4 de marzo de 2010

"A mis personajes no les importa nada cuántos libros haya vendido"


Entrevista con Dan Brown, el autor de "El Código Da Vinci" que retorna a las listas de "mega-best-sellers" con "El símbolo perdido".


EXETER (NEW HAMPSHIRE). La industria de los libros tiene un secreto de vanidades y ventas: cuanto más éxito comercial tiene un autor, más amable y fácil resulta su trato. Y con ochenta millones de copias vendidas de "El Código Da Vinci", Dan Brown se puede permitir ser el más simpático de todos. Tras seis años de trabajo, y superada la distracción de un juicio en Gran Bretaña por acusaciones de plagio, el popular escritor vuelve a las librerías con un "thriller" de quinientas páginas sobre masones que amenaza con transformar a la capital de Estados Unidos en una especie de campo minado para el ocultismo. Pero a pesar de la fascinación, las polémicas inevitables y todo el dinero en juego, Dan Brown no deja de sonreír desde su privada existencia en un bucólico pueblecito de New Hampshire.

- ¿Cómo describiría “El símbolo perdido” a una persona que nunca ha leído uno de sus libros?

- Es una mirada a la América secreta, a la sociedad de los masones, y una exploración de una nueva y muy real ciencia llamada noética. Es una mezcla de lo muy antiguo y de lo más nuevo. Y de hecho la ciencia moderna no hace más que servir de eco a buena parte de la filosofía antigua.

- Paris, Roma... esta vez es Washington. ¿Qué le interesa sobre la capital de Estados Unidos?

- Washington es una ciudad de secretos. Tiene túneles subterráneos, criptas, templos, pirámides, obeliscos… Es una ciudad clásica. Y aunque no es tan antigua como otras grandes ciudades de Europa de la talla de Madrid, es una ciudad llena de secretos y gran arquitectura.

- ¿Es más difícil escribir sobre la masonería o sobre el cristianismo?

- Al escribir sobre el cristianismo, uno tiene que lidiar con una teología de dos mil años de antigüedad. Y si uno escribe sobre los masones, es un fenómeno mucho más moderno y mucho más consistente. El cristianismo es diferente por todo el mundo. Es como una diana que no deja de moverse, mientras que la masonería es algo mucho más homogéneo.

- Pero esta vez usted parece moverse en la frontera del mundo físico con el mundo de la conciencia.

- Este libro, en muchos aspectos, es una exploración filosófica y psicológica. Creo que se trata de la religión del futuro.

- ¿Se considera una persona religiosa?

- Me considero una persona espiritual. Crecí en la fe episcopaliana y en un momento me aparté de la religión organizada para adentrarme en el mundo de la ciencia. Pero cuanto más he avanzado, más se ha completado el círculo de la ciencia como respaldo de la religión y la espiritualidad.

- ¿Por qué ha presentado al Opus Dei en su obra de una forma tan siniestra?

- No creo que mi representación del Opus Dei fuese necesariamente siniestra. En toda organización hay buena gente y gente no tan buena. Ya sea una universidad, o los masones o el Opus Dei o lo que sea. Me parece que el personaje Silas en “El Código Da Vinci” sirvió para argumentar que el Opus fue la única institución que le acogió. Cuando el resto del mundo fue cruel y le ridiculizó, el único lugar donde encontró amor fue en el Opus Dei. Uno de los temas recurrentes en todos mis libros es que el exceso de poder es a menudo mal utilizado. Ya sea la Agencia Nacional de Seguridad, la NASA, el Vaticano, el Opus Dei, o los masones, demasiado poder puede propiciar abusos.

- ¿Es un adicto de las teorías conspirativas?

- Soy una persona escéptica y es verdad que en “El símbolo perdido” hay un montón de teorías conspirativas porque resulta divertido. Pero continuamente el protagonista Robert Langdon las desmonta como algo ridículo aunque a veces sean populares. Por ejemplo, Langdon podría decir que aunque hay gente capaz de divisar símbolos masónicos en un mapa de Washington, si alguien mira con detenimiento un mapa de Madrid, también los podría vislumbrar allí.

- Hablando de Madrid, usted tiene una significativa conexión personal con España.

- Sí, en bachillerato pasé uno de los mejores veranos de mi vida en Gijón. Después estudié un año en la Universidad de Sevilla, viviendo en la plaza de Cuba. No me importa decirlo muy claro: España es mi país europeo favorito. He estado cinco veces en total. Me encanta su gente. Y lo que he aprendido en España es a relajarme y pasarlo bien. Yo soy de una parte de Estados Unidos conocida como Nueva Inglaterra y aquí siempre estamos concentrados, siempre trabajando, nos vamos a la cama temprano y madrugamos. Me encanta el contraste con España. Y lo que aprendí allí lo he intentado incorporar a mi vida personal.

- ¿Qué impacto ha tenido el mega-éxito de “El Código Da Vinci” en su nueva novela?

- Es curioso. En cierta forma, el proceso funciona igual. Todavía me levanto de madrugada y todavía me enfrento a una página vacía. Siempre bromeo que a mis personajes no les importa nada cuántos libros haya sido capaz de vender. Son tan difíciles de controlar como siempre. Aunque es verdad que “El Código Da Vinci” ha sido una ayuda. Ya que me ha dado acceso a información secreta en Washington a la que probablemente no tendría acceso si ese libro no hubiera sido tan famoso.

- ¿Cómo es la mecánica de su escritura?

- En "El símbolo perdido" he trabajado durante seis años, siete días a la semana, incluso en Navidad. Todos los días. Me siento en mi escritorio a las cuatro de la mañana. Trabajo en una cabaña separada de mi casa para evitar distracciones. No hay ni teléfono, ni correo electrónico, ni Internet. Nada. Sólo mi ordenador. Y si por ejemplo, estoy escribiendo y necesito algún dato, cambio el color de texto para insertar después la información requerida. No me paro. Si necesito información más complicada, escribo una nota a mi esposa, Blythe. Y ella me la encuentra.

- ¿Cuál es la lectura que más le ha influenciado?

- Me acuerdo que de muy niño leí "Una arruga en el tiempo" de Madelein L'Engle. Y fue la primera vez en que me sentí realmente transportado a otro mundo por un escritor. Durante mis estudios universitarios, me dediqué a leer a los clásicos: Shakespeare, Faulkner, Borges, Cervantes... todos los grandes. Pero nada de ficción divertida para adultos. Hasta que durante unas vacaciones me leí "La conspiración del juicio final" de Sidney Sheldon. Y descubrí con asombro ese tipo de novela que me inspiró para escribir mis libros.

- ¿Le cuesta mantener su vida dentro de parámetros de normalidad?

- Lucho para mantener mi privacidad. Siento que hablar con la Prensa es algo difícil de compaginar con el proceso de escribir. Uno que tiene que concentrarse y permanecer en su pequeño mundo imaginario. Y si cada tarde uno se dedica a hablar con los medios de comunicación, a contestar las cosas locas que la gente dice, es una enorme distracción. Por eso he tomado una decisión: mi primera responsabilidad es para mis lectores y mis libros.

- ¿Tiene algún libro que desea escribir pero que le parezca imposible?

- No, pienso que cualquier libro que uno quiera escribir es absolutamente posible. Es sólo una cuestión de cuánta energía y de cuánto tiempo se dispone. Ahora mismo, estamos trabajando en la película de "El símbolo perdido" y también en la versión cinematográfica de "La conspiración I". Eso me va a mantener ocupado más o menos durante los próximos seis meses. Y entonces empezará con mi nueva novela.

- ¿Y cuál es su próximo proyecto?

- Es "top secret".

Un millón y medio de ejemplares en español

El lanzamiento en español de "El símbolo perdido" tiene previsto una primera tirada de un millón y medio de ejemplares, tanto en España como en Iberoamérica. Cifra que no deja de asombrar a Dan Brown, a pesar de haber vendido un millón de copias en inglés durante su primer día de ventas en Estados Unidos, Canadá y Gran Bretaña.

- Usted es presentado a veces como el salvador en solitario de la industria del libro ¿Cómo explica su éxito?

- Para empezar, eso es una exageración. La industria editorial consiste en cientos y cientos de autores. Yo solamente soy un tipo contando una historia. Sí, he tenido éxito por el que estoy muy agradecido. Creo que mi éxito se deriva del hecho de que a los lectores les encanta aprender. Mis libros están llenos de tanta información que la gente se divierte leyéndolos. Y cuando los terminan, se dan cuenta de todo lo que han aprendido y eso entusiasma a los lectores.

- ¿Algún consejo para la industria de los periódicos?

- Ja, ja, ja, ja… Eso es más difícil porque ustedes tienen que contar la verdad. Yo sólo escribo ficción.

- Al principio fue reacio a la hora de llevar sus libros al cine. ¿Cuál es su actual relación con Hollywood?

- Es una buena relación. Mis libros son muy difíciles de adaptar al ser muy complicados y con un montón de contenido. Si dejásemos toda la información intacta, no serían una película, serían una serie de televisión de veinte capítulos. Tengo un tremendo respeto por el director Ron Howard y todo su equipo.

- Pero no le gusta escribir pensando en la gran pantalla...

- Efectivamente. Yo ya escribo en un estilo cinematográfico. Mi vida transcurre un 99,9 % en el mundo de mis libros y solamente una fracción muy pequeña en un decorado de película. Para mí, Robert Langdon es realmente un personaje de libro.

- Cuando estos días se visita cualquier gran librería se encuentran mesas enteras dedicadas a su novela pero también a múltiples títulos publicados a colación.

- Es maravilloso aunque no todos esos libros sean halagadores. Algunos de hecho son muy críticos. Pero no importa. El objetivo de mis libros es crear un diálogo.
Fuente: ABC.es
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Rafael Sánchez Ferlosio: "La cultura es un medio de control social"


Rafael Sánchez Ferlosio obtiene el Premio Nacional de las Letras Españolas por su obra ensayística y narrativa.

JAVIER RODRÍGUEZ MARCOS

"Alterno poco y cuando alterno, parloteo". Rafael Sánchez Ferlosio estaba ayer especialmente locuaz. Agobiado por las cámaras que le esperaban en la puerta del ascensor de la sede madrileña de Destino, su editorial de toda la vida, el escritor sacó una linterna del bolsillo. Para defenderse de los flases -anda mal de la vista- o para buscar, como Diógenes, un hombre honrado. No entendía la prisa de los periodistas. "¿Por qué no nos vemos mañana [por hoy]? Esto no es lo del barco [por el Alakrana]", había dicho a sus editores. Acababa de ganar el Premio Nacional de las Letras, que distingue el conjunto de la obra de un autor español.

"No volveré a escribir novelas. Tengo ya la cabeza en otra cosa"

"Se ha adueñado de la política el viejo personalismo español"
Lo curioso es que el premio pequeño llegó en esta ocasión detrás del grande, o del mayor que puede recibir un autor en lengua española, el Cervantes. Sánchez Ferlosio (Roma, 1927) lo obtuvo en 2004. Es la segunda vez que un autor galardonado con el Cervantes (abierto también a Hispanoamérica) recibe el Nacional de las Letras (limitado a España). El primero fue el dramaturgo Antonio Buero Vallejo que los recibió en 1986 y 1996 respectivamente. Autores como Francisco Ayala, José Hierro, Miguel Delibes, José Jiménez Lozano y Francisco Umbral también recibieron los dos, pero obtuvieron el Cervantes en segundo lugar.

Con los 40.000 euros del galardón Ferlosio piensa "hacer obras" en su casa de Coria (Cáceres). Era de su bisabuelo y después lo fue de su padre, Rafael Sánchez Mazas. Ahora la usa él. Entre Coria y Madrid, precisamente, está firmado su último libro, "Guapo" y sus isótopos, un ensayo cuyo punto clave, insiste su autor, "está en la página 98". Allí se determina cómo, frente a sinónimos como mono, lindo o bonito, la palabra guapo -cuyo origen viene de rufián- sólo se refiere a las personas. "Puñeterías de lingüista", sostiene.

El encuentro del autor de El Jarama -"una novela que aborrezco; era una gratuidad"- se convierte en una clase, improvisada, atropellada y brillante, sobre semántica. Dice Ferlosio que compuso su último ensayo a partir de notas de los años setenta. También dice que ha vuelto a entusiasmarse con la lingüística. Eso sí, duda que vuelva a sumergirse en ella con la "obsesión", química e intelectual, de entonces: "Ya no hay anfetaminas, que te pueden hacer decir disparates pero provocan una reflexión formalista que es útil para la gramática. Una vez, con Agustín García Calvo, vi un descendimiento de Cristo en las manchas de la pared".

El entusiasmo por la lingüística "no se dará con la narración", dice rotundo. ¿No querría más lectores? "Lo que uno quiere son libros, no lectores. Aunque claro que me gustaría que estas cosas interesaran a la gente". No es que se sienta más ensayista que narrador: "Son los asuntos los que tiran de mí. Y ahora tengo la cabeza en otra cosa: la guerra, los desastres políticos y militares...".

En ese momento, la charla con el autor de La hija de la guerra y la madre de la patria y God & Gun, se centra en la política. De la nacional le subleva "la incompetencia del Gobierno y de la oposición". También el hecho de que la discusión no sea sobre ideas sino sobre personas (Camps, Aguirre), ni siquiera sobre partidos: "El viejo personalismo español se ha adueñado de la política". Tampoco entiende el empeño por Afganistán de Carme Chacón, ministra de Defensa: "Si hasta Obama duda". El que duda de Obama es el propio Ferlosio: "No está haciendo nada. Tendría que haber roto con Israel por los asentamientos en Cisjordania, pero ha cedido".

Sobre su viejo proyecto de ensayo contra el deporte dice que tiene "muchos papelitos" con "cientos de argumentos", pero que le cuesta encontrar el orden. Y las fuerzas: "Estoy viejo, Me voy a morir pronto". Después de lanzar una andanada contra las pretensiones olímpicas de Madrid, el escritor toma impulso cuando se le pregunta por su opinión sobre el panorama cultural español: "No debería ser desagradecido, pero hay demasiadas funciones, museos, ceremonias, inauguraciones". Al recordar los fastos del quinto centenario del descubrimiento de América, al que él dedicó el demoledor ensayo Esas Yndias equivocadas y malditas, Ferlosio recordó la pretensión de celebrar 50.000 actos culturales: "Pavoroso. En todas partes la cultura ha sido siempre un instrumento de control social".
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"En España nos faltó la guillotina"


Arturo Pérez Reverte
"En España nos faltó la guillotina"

Antes de que trescientos mil ejemplares de El asedio (Alfaguara) tomen el próximo miércoles las librerías de España, Arturo Pérez-Reverte se fue a navegar solo, “nada, fui a Ibiza y volví”, para pertrecharse de la soledad y los silencios que le van a faltar en la vorágine de promoción en la que ya está metido. Ha trabajado duro dos años, dice este marino lector “que ocasionalmente escribe novelas”. Dos años de ensamblaje, después de tanto ir y venir, y leer, y pisar Cádiz. Cuenta Pérez-Reverte que El asedio es una novela moderna con personajes y sucesos de dos siglos atrás. Con esa vehemencia imposible que se gasta, cuenta, como verán, muchas más cosas. El Cultural publica hoy en exclusiva un capítulo de la novela.


Ha escrito Pérez-Reverte una novela con todos los palos de su baraja y los triunfos que viene acumulando de sus partidas anteriores. El asedio es una novela de misterio, de mar, de amor, de política, de ciencia y de historia de España, por decirlo a la velocidad con la que Arturo habla. Es el relato de un gran fracaso. La historia de un mundo que se acaba y otro que no llega a nacer. Poblada de personajes con vidas derrotadas, entre los que destaca esa Lolita Palma que bien pudiera ser una Jane Austen enamorada del Cayetano Rivera de la época. Comerciantes avispados, artilleros franceses, jovencitas asesinadas, corsarios, policías corruptos y mucha pólvora completan la escena. Ya se sabe que en las novelas de Pérez-Reverte pasan muchas cosas. Estamos en la Cádiz de 1811.

- ¡Qué Cádiz! ¿Era, efectivamente, la ciudad más liberal de Europa?
- Lo era, lo era. Pero esta novela podía haberla situado en Troya, en el Leningrado cercado por los nazis, en el Madrid de 1936 o en el Sarajevo del 92. El problema que se plantea es un conflicto moderno. Pero Cádiz me daba unas características especiales: es una ciudad sometida a los vientos, con una topografía muy definida que no ha cambiado apenas en dos siglos: pones un mapa de hoy sobre un mapa del siglo XVIII y coincide casi exactamente. Todo eso me permitía moverme por ella con mucha seguridad. Es decir, Cádiz tiene esos elementos climatológicos, urbanos, arquitectónicos y geométricos que se adecuaban a mi historia.

"Lo que España tenía que haber sido y no fue"
-Además preparaba una constitución... Históricamente vivía una etapa importante...
- Sí, pero yo no quería contar eso. Eso ya lo contó Galdós y lo contó muy bien, y lo contó Ramón Solís, en Un siglo llama a la puerta, también muy bien. Yo no quería reescribir una novela histórica sobre Cádiz. Habría sido estéril, absurdo... Yo quería escribir mi novela, y que pasara en Cádiz. Una Cádiz que fue el ejemplo de la España que pudo ser y no fue. Donde la aristocracia no era de nobles, ni siquiera de dinero, sino de comerciantes, una aristocracia moderna, comparable a la Inglaterra o la Holanda de entonces, y con una clase dirigente abierta, liberal, que viajaba, que hablaba idiomas, donde la religión no era un elemento determinante, donde la política estaba supeditaba a la economía, y no al revés.

- Y era ese mar, lleno de comerciantes y corsarios, de intrigas, contrabandistas y asesinos el que lo hacía posible, ¿no?
- Sí, claro, ese continuo contacto con la civilización, con la cultura, con el comercio, con la guerra, con lo que venía de fuera, tanto libros como periódicos. Su relación ultramarina con las colonias de América hacía de Cádiz una ciudad especial, que no tenía nada que ver con el resto de España. España era entonces un lugar cerrado, oscuro, donde estaban los curas, los reyes, los ministros, y la aristocracia corrupta y acabada, mientras que Cádiz era moderna, abierta, y era el mar, sí, el que la hacía posible. ¡Me entristecía tanto pensar, mientras manejaba toda esa documentación de la época, lo que Cádiz era, lo que España tenía que haber sido y que no fue por nuestra estupidez de siempre...!

España es un país históricamente enfermo
- Cádiz como metáfora de la gran ocasión perdida. ¿Por qué se truncó la historia?
- Porque España es un país históricamente enfermo. Se ve muy bien en cuanto escarbas un poco en la historia: desde Indíbil y Mandonio, los Austrias, la Ilustración... Hasta ahora mismo... Mira cómo nos estamos cargando la democracia. En cuando se empieza a perfilar una España distinta, esa España que empieza a ser posible, la destruyen los mismos españoles: la arrogancia de unos y el fanatismo de los otros. En Cádiz, los constitucionalistas liberales no supieron ver lo que era posible y no era posible. Quisieron hacer una constitución radical de la noche a la mañana, y eso era imposible. La misma constitución tenía el gen de su destrucción. Y cuando lees las actas de los debates, ves cómo se odiaban unos a otros, cómo se puteaban, cómo usaban la Prensa como arma arrojadiza... cómo ese esquema dialéctico, terrible y destructivo, se va reproduciendo en el siglo XIX, XX y XXI. El oportunismo político ya se da en la Constitución de Cádiz. Es desolador ver cómo el español repite los errores, cómo se carga lo que se le ponga delante.

- ¿Hasta qué punto El asedio es una especie de balance, de fin de ciclo como escritor, después de estos veinte últimos años?
- Sí, lo es. Quería escribir una novela en la que de alguna manera estuvieran todas mis novelas anteriores y cupieran en ella todos mis lectores; no una novela total, que me parece una palabra pedante, pero sí lo bastante amplia como para que cualquier lector de mis distintas novelas tuviera un eco de las otras; una novela, si quieres, de madurez, con todos mis trucos, mi experiencia....

- Y su memoria, su memoria histórica particular...
- Sí, al fondo está España, como siempre. Más diluida que en Un día de cólera, Trafalgar o Alatriste, indudablemente. Pero no es una novela didáctica. Yo no quería contarle al lector lo que era España entonces, sino mover a mis personajes por esa España, de manera que al lector, mientras los acompaña, se le esté quedando pegada casi sin darse cuenta cómo era aquella España y ese mundo fascinante.

La memoria analfabeta es muy peligrosa
Pérez-Reverte se embala. No es que le duela España, es que le indigna su incultura, su falta de espíritu crítico. Se revuelve porque, dice, un país inculto no tiene mecanismos de defensa, y “España es un país gozosamente inculto”. Tiene el escritor en la punta de los dedos las batallas, los hombres, las tragedias que han hecho la historia para apuntalar sus argumentos.

- Mi memoria histórica tiene tres mil años, ¿sabes?, y el problema es que la memoria histórica analfabeta es muy peligrosa. Porque contemplar el conflicto del año 36 al 39 y la represión posterior como un elemento aislado, como un periodo concreto y estanco respecto al resto de nuestra historia, es un error, porque el cainismo del español sólo se entiende en un contexto muy amplio. Del año 36 al 39 y la represión posterior sólo se explican con el Cid, con los Reyes Católicos, con la conquista de América, con Cádiz... Separar eso, atribuir los males de un periodo a cuatro fascistas y dos generales es desvincular la explicación y hacerla imposible. Que un político analfabeto, sea del partido que sea, que no ha leído un libro en su vida, me hable de memoria histórica porque le contó su abuelo algo, no me vale para nada. Yo quiero a alguien culto que me diga que el 36 se explica en Asturias, y se explica en la I República, y se explica en el liberalismo y en el conservadurismo del XIX... Porque el español es históricamente un hijo de puta, ¿comprendes?

- Hombre, Arturo...
- Sí, el español es históricamente un hijo de puta, pero para comprenderlo, para aceptarlo, para quererlo, con lo bueno y lo malo -ahí está también su generosidad, su capacidad de olvidar y de perdonar, de empezar de nuevo- hace falta conocer sus tres mil años de desarrollo y no un pequeño periodo en el cual por sí solo no explica nada.... Me parece muy bien la Ley de Memoria Histórica, pero necesita tener una letra pequeña, un apéndice que la contextualice... Yo soy de Cartagena, y en Cartagena, que era zona roja, hubo de todo, hubo represión brutal de los milicianos y represión brutal de los falangistas. Y a mí, cuando era pequeño, me contaron las dos represiones, las dos; por eso, hablar de unos buenos y otros malos a estas alturas... Cualquiera que haya leído historia de España sabe que aquí todos hemos sido igual de hijos de puta, TODOS.

“¡No me cuentes historias!”
- No sé si sólo es cuestión de incultura...
- Si este país no fuese un país analfabeto, cuando a la gente le dicen: estos son los buenos y estos los malos, diría, ¡no me cuentes historias, que yo sé muy bien de qué estamos hablando, que yo he leído, que sé que no, que sé que los carlistas, y sé que los isabelinos, y sé que Fernando VII y sé que la Constitución, y sé que los nacionales, y los rojos, y sé que los socialistas, y sé que los comunistas... Que yo sé! El problema es que España es un país inculto, España es un país gozosamente inculto, es un país deliberadamente inculto, que disfruta siendo inculto, que hace ya mucho tiempo que alardea de ser inculto, y con gente así, esa Ley de Memoria Histórica es ponerle una pistola en la mano. No estamos preparados para leyes como ésas.

“¿Sabes realmente cuál es mi lamento histórico? Es que aquí nos faltó una guillotina al final del siglo XVIII. El problema de España, a diferencia de Francia, es que no hubo una guillotina en la Puerta del Sol que le picara el billete a los curas, a los reyes, a los obispos y a los aristócratas... y al que no quisiera ser libre le obligara a ser libre a la fuerza. Nos faltó eso, pasar por la cuchilla a media España para hacer libre a la otra media. Eso lo hemos hecho luego, hemos fusilado tarde y mal, y no ha servido de nada. El momento histórico era ése, el final del XVIII. Las cabezas de Carlos IV y de Fernando VII en un cesto, y de paso las de algunos obispos y unos cuantos más, habrían cambiado mucho, y para bien, la Historia de España. Nadie lo hizo, perdimos la ocasión, y aquí seguimos todavía, arrastrando ese lastre que nos dejaron aquellos que sobrevivieron y que no tenían que haber sobrevivido”.

Se acerca un lector devoto, ignorante de la gravedad de la situación, preguntando por su próxima novela. Otro, más tarde, le pide que le firme Cuando éramos honrados mercenarios, que lleva en su mochila. Al escritor le ruborizan los elogios y quiere que termine la escena vaporosa lo antes posible. Aparece el gran tímido que lleva dentro, tan alejado del bravucón que se mete en mil batallas. “Estas muestras de afecto me hacen sentirme mal, sentirme responsable, yo sólo soy un tipo que escribe, que mete mensajes en una botella sin esperar retorno”.

Ajuste de cuentas con el mundo
Siempre he creído que Pérez-Reverte habla como sus rudos personajes, pero que es él quien se parece a ellos, y no al revés. “La literatura -dice- es como el alcohol: nadie pone lo que no tiene. O lo robas, o lo tienes. Y a mis personajes los he hecho yo. No he bebido en fuentes documentales solamente. Es mi propia mirada sobre el mundo la que vierto en los libros. En ellos está mi sentido de la amistad, de la vida, de la muerte, de la lealtad. Creo que soy un escritor coherente”.

-Esa fama tan cimentada que lo acompaña, fama de independiente y libre, también de cierta chulería...
- ¿Y qué tiene de malo eso?
- ...fama de hombre herido...
- Herido no... ¿por qué? Bueno, acaba la pregunta...

- ...de estar en un continuo ajuste de cuentas con el mundo.
- Es que a mí el mundo que he visto no me gusta. Sí, es verdad, estoy herido por el mundo. Mi vida ha sido una sucesión de haitís... Y de Haití es tan culpable el azar como la estupidez de los hombres... y en mi vida, en mis artículos y en mis libros intento ajustar cuentas con el uno y con el otro. Porque a mí me han hecho los libros que he leído y las cosas que he visto. Y los libros me han servido para digerir e interpretar las cosas que he visto. Sin los libros no habría podido sobrevivir personalmente a muchas de esas tragedias que he visto, a Sarajevo del 92, al Beirut del 76, a Eritrea del 77. Esa colección de fotos, de fantasmas, de haitís que tengo en la memoria, sin esos libros como analgésico, como clave, me habría sublevado, estaría disparando contra la gente. Los libros me han dado cordura. Me han hecho digerir lo indigerible. Sin todos esos libros, estaría perturbado seriamente, sería una persona muy desagradable.

Todo Titanic tiene su iceberg
-Las cosas parece que han cambiado poco desde su Territorio Comanche de hace 20 años.
-El hombre moderno se niega a aceptar las reglas: el mundo es un lugar peligroso, hostil, todo Titanic tiene su iceberg, y nos negamos a verlo. La gente se deja timar por las agencias de viaje que hablan de lugares paradisíacos, pero el mundo es un sitio muy jodido. Es que los barcos se hunden, y los virus te infectan, y las balas te matan... es asombroso que la gente se niegue a aceptar que el mundo es un lugar así, pero los viejos lo sabían y nosotros lo hemos olvidado. Mira el cuadro de Brueghel el Viejo del Prado: esos viejos lo sabían, y con nuestra estupidez lo olvidamos todo y pagamos el precio de ese olvido. Y oímos: “¡Que me saquen de aquí!... ¡Que el gobierno intervenga!...” Pero, gilipollas, ¿por qué te has metido?

“El mundo es un sitio muy duro, sí”, remata el escritor, y continúa: “Pero, escúchame una cosa: cualquier médico de urgencias de un hospital, cualquier penalista que se pasea por la cárcel, cualquier chica que trabaje con marginados conocen la dureza del mundo. No hace falta ir a la guerra... Esto que tenemos aquí, en Occidente, es la excepción, el mundo real es aquello. Y ya no estamos preparados para defendernos frente al mundo."

Un trabajo, no un don divino
-Hace tiempo le oí decir que nunca pertenecería al mundo hipócrita, falso, lleno de envidias que es el mundo literario. “Prefiero -recuerdo que decía- estar fuera de todo esto y estoy muy feliz de no deber nada a nadie, en el terreno literario”.
- Ya ves que he sido coherente, que han pasado los años y he seguido mi camino. No debo nada, no, pero por eso no me creo mejor que nadie. Simplemente, no pertenezco a ese mundo; no voy a veladas literarias, ni a Hay festivales, ni a la Feria del libro (aunque a lo mejor este año voy). Me mantengo fuera. ¿Por qué? Porque no lo necesito. No veo que haya relación entre dar un ciclo de conferencias sobre la literatura del próximo milenio y escribir novelas. Y yo escribo novelas. Y trabajo todos los días y lo mejor que puedo. Esto es un trabajo, no un don divino. No soy un artista. Tengo una obligación moral conmigo mismo y con la gente que me lee. Tengo que concentrarme en eso y no ir por ahí teorizando sobre literatura, que me importa un carajo.

- Si, pero ahora es usted académico.
-Ya, pero eso no lo pedí. ¿Quién iba a rechazar ese honor? Estoy encantado, además. Estar entre gente sabia es un privilegio. Dice Javier Marías que la Academia es lo más parecido a un club inglés que ha visto en su vida. Pero no, no es un club, es algo abierto al mundo, a América; es un lugar de trabajo interesantísimo. Formar parte de ese grupo es un honor inmenso.

- ¿Lee los libros de otros colegas, o sólo libros de Historia?
-(Silencio largo, largo) Es evidente que algunos leo. Leo los libros de mis amigos. Leo poco, pero poco por dos razones: primero, porque tengo 58 años y me queda un tiempo limitado. Y prefiero leer historia, o clásicos griegos y latinos, que es lo que me gusta. Ya no leo prácticamente novela, pero releer a Montaigne, a Virgilio, a Suetonio, a Plutarco... eso sí me alimenta, me es útil. Yo voy cambiando, así que siempre me resulta una lectura diferente.

En el making-of de la entrevista se han quedado algunas curiosidades del escritor. Ahí van éstas: “Desde hace 25 años veo dos películas diarias en mi casa”... “De esta novela no sale una película, es demasiado compleja”... “Antes de tener éxito con mis libros, yo era igual de chulo”... “Sé que hay gente que mataría por mí y otra que no me soporta”... “No creas, yo también tengo mis ternuras”...

Y alguna perla más.
Blanca BERASATEGUI

El Cultural
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martes, 2 de marzo de 2010

Carlos Fuentes: “La novela es un género impuro”


Carlos Fuentes tiene 81 años. Quien lo presenta, el escritor y periodista chileno Arturo Fontaine, anuncia que los ha cumplido hace poco. Todos aplauden a modo de felicitación. En el fondo, todos felicitan al hombre que a esa edad habla con una fuerza inusitada, con un ímpetu salido desde su pecho prácticamente. Carlos Fuentes se levanta y agradece los aplausos por su cumpleaños. Ha venido a Santiago de Chile para presentar su última novela, Adán en Edén, y los chilenos inflan el pecho con orgullo porque es el primer país en donde se comenta esta obra, contando, además, con la presencia de su autor.

¿Qué nos trae ahora Carlos Fuentes? El autor de títulos como La región más transparente o La silla del águila retoma en esta obra el tema del poder, pero desde la perspectiva actual mexicana. Para hablar sobre Adán en Edén, Fuentes citó durante casi toda su presentación a El Quijote de la Mancha, asegurando que Cervantes fue el inventor de la novela: “Estoy convencido de que la novela la inventa Cervantes y la inventa como un género de géneros, si uno ve bien en el Quijote hay la épica, una épica burlona, en la figura de don Quijote, pero para él no es una burla, para él es muy serio creerse un hombre héroe de caballería. Está la novela picaresca con Sancho, está la novela pastoral con Cardemio, está la novela dentro de la novela, el curioso impertinente, está la novela morisca, está la novela de la actualidad absoluta con el bandido y contrabandista de indias Roque Guinard, que era un hombre real de las noticias; incluso, hay un momento en que don Quijote y Sancho son espectadores de un combate naval en Barcelona. Cervantes entonces inventa la novela como género de géneros. Aquí cabe todo, se puede oponer el énfasis más en un aspecto que otro”. Y acto seguido Fuentes explica en dónde puso su énfasis: “Traté de poner el acento sobre la novela como su nombre lo indica: novela novelar, novela portadora de noticias y las noticias que se portan aquí, pues son noticas un tanto macabras, son noticias de la violencia, del crimen, del narcotráfico, de muchas cosas que nos están asolando en México. No quería hacer una novela de denuncia, una novela muy aburrida y pesada, y por eso traté de combinar el horror con el humor”.

Según Fuentes, en esta obra “hay un doble juego que lo permite la novela como género de géneros, que puede constantemente combinar y no está uno condenado a seguir una pureza cualquiera que sea en la novela; la novela es un género impuro, es un basurero de la literatura, pero de ese basurero vivimos todos”. Y todos ríen con esta última ocurrencia.

Adán en Edén es la historia de Adán Gorozpe, narrada por él mismo. Adán Gorozpe ha llegado a tener poder gracias a una unión matrimonial muy conveniente con Priscila, “princesa de la primavera” e hija del “rey del bizcocho”. Sin embargo, en un país asediado por todos los costados por el crimen, la corrupción y la violencia, aparece la figura de otro Adán, Adán Góngora, un policía corrupto que se ha ganado la venia de la opinión pública y viene a proponerle a su tocayo un negocio político que no podrá rechazar, pero que lo obligará a meterse de forma más profunda en el terreno del crimen y la violencia.

En esta obra el protagonista se cuestiona sobre la naturaleza de su poder, si será otorgado por otros o si lo tiene por sí mismo, pero también se pregunta por la naturaleza de la libertad, por el “espíritu libre”. Carlos Fuentes también dijo algo al respecto: “La libertad es una creación humana. Creamos la libertad en contra de todas las circunstancias, de la fatalidad, del puro estar, de la naturaleza, frente a todos estos hechos definitivos e implacables decimos ‘no’, el decir ‘no’ es la esencia de la libertad, poder decir no y no decirle sí a todo y bajar la cabeza. Es decir, ‘no, hasta aquí, este es mi espacio, esta es la libertad de nuestro pueblo, esta es la libertad de mi gente, esta es mi libertad, usted no la puede tocar, usted puede ejercer su poder pero con límites, hasta aquí, nada más’. Y esto es todo el problema de la dictadura que no quiere reconocer que haya límites al poder del Estado o al poder del dictador. En cambio, en un régimen democrático, que no es perfecto de ninguna manera, por lo menos hay gente que dice: hasta aquí llega el poder de ustedes y aquí empieza mi pobre miserable y pinche poder, pero que es muy mío no me lo quiten”. Nuevamente muchas risas.

También habló sobre su obra Diana o la cazadora solitaria, una de sus pocas novelas con un explícito contenido autobiográfico: su amorío con la actriz Diana Soren. Dice Fuentes: “Es cierto que mis novelas no son muy autobiográficas, finalmente trato de crear una distancia para poder ver con más claridad el mundo y los personajes que considero son más interesantes que yo y mi biografía. Esta fue una incursión biográfica, pero con un giro inesperado, espero, y es que el protagonista y narrador que tiene esta aventura es el perdedor, finalmente fracasa en su intento amoroso, queda ridiculizado y soy yo, queda aplastado, y soy yo, lo regresan a su casa, y soy yo. De manera que ahí no hay heroicidad alguna, es la condición para escribir esa novela para influir, fue decir voy a contar esta historia porque es interesante, pero a condición de ser muy sincero conmigo mismo y decir ‘yo fracasé en esa relación’ y es lo que voy a contar: la historia de una pasión y de un fracaso en el que el burro apaleado soy yo mismo, el narrador”.

Al final de la presentación, Carlos Fuentes fue invitado a leer las primeras líneas de Adán en Edén, para luego dirigirse al estand de su editorial y firmar libros y tomarse fotos con un séquito de lectores y admiradores, quienes lo habían esperado, ansiosos, desde muy temprano.

Fuente: El espectador.com
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lunes, 1 de marzo de 2010

Amor, pobreza y guerra


Christopher Hitchens
Los mejores artículos periodísticos del polémico Chistopher Hitchens.
Un antiguo proverbio dice que la vida de un hombre no es completa si no ha pasado por el amor, por la pobreza y por la guerra. En este libro de artículos periodísticos, Hitchens nos lleva de su amor por la literatura a sus viajes y encuentros en la América profunda, y de allí a los horrores de las guerras en Oriente Medio y la caída de las torres gemelas. Con la impertinencia y claridad que lo caracterizan, Hitchens comparte algunas de sus reflexiones e indagaciones sobre el confuso mundo contemporáneo.

Hitchens es el intelectual público más polémico de la actualidad.
Cuenta con una creciente base de lectores en España, tanto de sus libros como de su periodismo.
Este libro es una fascinante mezcla de temas.
«Sus aliados, de quienes me considero uno,
se regocijan en la certeza de sus objetivos.
Que sus blancos se encojan de miedo.»
Susan Sontag

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La Vida Fácil


Richard Price
Más allá de los géneros. Mucho más que una novela policiaca. La vida fácil es la historia de un crimen cometido en Nueva York y de sus consecuencias, centradas en los responsables del crimen, las víctimas y sus familias, los agentes de policía
que siguen con tenacidad los rastros que dejan las pruebas y que apuntan a las más remotas posibilidades, y el contexto bullicioso y caótico de un ambiente urbano exóticamente mixto para siempre amenazado por la venalidad, la violencia y la desesperación. La novela abre con un intenso mosaico de escenas paralelas que desembocan en la mañana del incidente.
La gran novela de Richard Price supera los límites de la historia criminal y muestra el mundo desesperado del Nueva York del siglo XXI, con una mezcla perfecta de jactancia y compasión.

Una novela que nada más salir se colocó en los primeros puestos
de la lista de best sellers de The New York Times.
La gran novela del siglo XXI sobre Nueva York, la ciudad del encuentro entre culturas y la desesperación.
Más de cincuenta páginas de interrogatorio trepidante. Price es considerado el maestro del diálogo.

«Por fin la novela que estábamos esperando sobre el
Nueva York del siglo XXI… Indispensable.» Gary Shteyngart
«Escrito con la precisión maniaca de aquel que quiere contar toda la verdad.»
The New York Times Book Review
«La obra maestra de uno de los maestros del noir urbano.»
Publishers Weekly
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Recuerdos de otra vida


Mary Higgins Clark
Una apasionante intriga judicial llena de trampas y de giros imprevistos: Mary
Higgins Clark, más inspirada que nunca.
Emily Wallace cree que el caso ya es suyo. Pertenece a la fiscalía, y debe demostrar que Gregg Aldrich ha asesinado a su esposa, una famosa actriz. Todo parece incriminarlo, un delincuente habitual ha confesado que Aldrich le pagó para cometer el crimen: el caso está ganado… Sin embargo, algo no encaja, y Emily decide investigar más a fondo, sin saber que con ello pondrá su propia vida en peligro.

Mary Higgins Clark, autora de gran éxito internacional, nos presenta una historia ágil, directa, magnética, cuyos capítulos cortos invitan a una lectura trepidante.
De sorpresa en sorpresa, el lector permanecerá en vilo hasta la última página, incapaz de adivinar quién es el asesino que amenaza a la protagonista.
«Escribir un best seller puede parecer fácil, pero ser la escritora que más vende es algo solo reservado para la reina del suspense: Mary Higgins Clark.»
Woman
«Indiscutible reina de las novelas de misterio.»
El Faro de Vigo
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El Oasis Secreto


Paul Sussman
Una apasionante aventura en torno a una legendaria ciudad oculta hace más de
2.000 años bajo la arena egipcia. Distintos tiempos y espacios, desde el Egipto del año 2152 a.C. hasta la estepa georgiana de 1988, confluyen en esta magnética aventura con una sólida base arqueológica. La aparición de una brújula soviética y de una libreta con extrañas anotaciones en pleno desierto coincide con el suicidio de la exploradora Alex Hannan. Ambas circunstancias parecen conducir hasta la mítica
ciudad de Zerzura, un tesoro arqueológico que encierra secretos
muy codiciados.
El enigma de Cambises (2003) ha vendido más de 250.000 ejs. y El guardián de los arcanos (2005) más de 100.000 ejs. entre sus ediciones de trade y bolsillo.
Sussman es un gran conocedor del Antiguo Egipto y participa asiduamente en importantes excavaciones.
Los lectores de Paul Sussman han tenido que esperar pero ha valido la pena. Nos encontramos frente a una excelente novela con una estructura en la que se entrelazan los distintos hilos de la trama, con personajes fascinantes y un argumento que atrapa
desde la primera página.
Para descubrir El oasis secreto no basta
con llegar a él. Hay que sobrevivirlo

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domingo, 28 de febrero de 2010

Nuestro Amigo Común

Una obra maestra tardía de Charles Dickens
Nuestro común amigo es la última novela completada por el escritor inglés Charles Dickens, publicada por entregas entre 1864 y 1865. En muchos aspectos, es una de sus obras más sofisticadas y complejas, combinando una gran profundidad psicológica con
un rico análisis social. En un primer vistazo, parece centrarse, en palabras del crítico J. Hillis Miller, en el «dinero, dinero, dinero, y lo que el dinero puede hacer de la vida» (que es una cita de la propia Nuestro común amigo, puesta en boca de Bella al final del cuarto capítulo), pero un análisis más profundo revela que se
centra ante todo en los valores humanos y su aplicación en la sociedad victoriana. Para muchos críticos y escritores, como Italo Calvino, la novela es una obra maestra absoluta, en la que un Dickens pesimista, ya maduro, demuestra toda la fuerza de su
prosa e inventiva en un auténtico ejercicio de virtuosismo literario.
En el capítulo inicial, un hombre joven se dirige a Londres a recibir la herencia paterna, una herencia que, de acuerdo con el testamento de su padre, solo podrá recibir si se casa con Bella Wilfer, una joven hermosa pero a la que no conoce. Sin embargo, antes de llegar, un cadáver es encontrado flotando en el Támesis, y la policía lo identifica como el suyo, de manera que se le da por muerto. La herencia pasa entonces a Boffin, inculto obrero de su padre –no sabe leer–, y los efectos de este hecho se extienden a cada rincón de la sociedad londinense.
Publicación 12 de Marzo de 2010
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Stitches, una infancia muda

La novela gráfica más elogiada de 2009
Un día, David Small se despierta tras una supuesta pequeña operación y descubre que no tiene voz. Le han extraído las cuerdas vocales; le han abierto el cuello y se lo han vuelto a coser, dejando una larga cicatriz que marca su rostro. David tiene catorce años y nadie le ha contado que tiene cáncer y que su vida pende de un hilo.
El padre de David, Edward Small, es físico y trabaja en el hospital de Detroit, ciudad donde residen. Edward está convencido de que puede curar ciertas infecciones de su hijo con radiación y le inyecta grandes dosis, con resultados casi letales. Su madre, arisca, severa y reservada, se comporta como una tirana y no da ninguna muestra de amor a su familia. Enferma y hermética, ella también guarda secretos de mucho peso.
Con imágenes caleidoscópicas que transforman una vida pesadillesca en un cuento de hadas, David nos cuenta cómo, con sólo dieciséis años, huyó de casa y convirtió en realidad su sueño de ser artista.

«David Small reconstruye a la perfección el desquiciado gremio médico de los años cincuenta en Norteamérica, una época en la que se creía que la ciencia podía curarlo todo. David Small es un niño sensible atrapado en una pesadilla. Sus padres y su abuela son seres siniestros, su vida es triste. En sus dibujos, Small captura la ferocidad y el poderío de esta historia, una autobiografía emotiva y hermosa.
»Robert Crumb

«Stitches es uno de los libros más impresionantes que he leído en mucho tiempo. David Small ha elevado el arte de la novela gráfica y la ha llevado a un plano creativo superior.»
Stan Lee, coautor de Spiderman

«Si nunca has leído una novela gráfica, empieza por Stitches. No tengo suficientes palabras para hablar de este libro. Lo recomiendo, le doy cinco estrellas, solo porque no puedo darle más...»
Jeff Rivera, fundador de GumboWriters.com

«Emotiva, artísticamente sensacional y psicológicamente devastadora. Esta memoria gráfica es de lo mejor que ha dado el género.»
Kirkus Reviews

«Como el protagonista de esta autobiografía, mi primera lectura de Stitches me dejo mudo. David Small nos presenta, con dotes maestras de novelista gráfico, un libro que tiene apariencia de película y se lee como un poema. Parco en palabras y con imágenes dolorosas, Small reconstruye la vida de un niño que no quisiéramos que existiera y al que, sin embargo, no podemos abandonar. Desde la primera frase
sabemos que estamos en manos de un maestro.»
Jules Feiffer, Premio Pulitzer
Publicación 19 de Febrero de 2010
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Lecturas de mí mismo


Las entrevistas, ensayos y artículos reunidos aquí cubren un cuarto de siglo de la distinguida carrera de Roth. El autor habla de sí mismo,de su obra y de las controversias que ha engendrado. Estas páginas también contienen los escritos de Roth sobre los autores de Europa oriental por los que siempre ha abogado, sobre béisbol, la narrativa norteamericana y los judíos estadounidenses.
Publicación 15 de Marzo
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Gaudete Ted Hughes


Traductor.- Juan Elías Tovar
Uno de los libros más revolucionarios de la poesía del siglo xx

Estamos ante uno de los libros más singulares de la poesía del siglo xx. Ted Hughes, uno de los grandes poetas ingleses de nuestro tiempo —poeta laureado, famoso por su tormentosa
relación con la escritora Sylvia Plath—, escribió Gaudete en la cúspide de su madurez poética y volcó en la obra toda su experiencia y su capacidad de riesgo. Gaudete logra rebasar las fronteras de la poesía para convertirse en un libro indefinible, poliédrico. Es a un tiempo un guión cinematográfico, una novela y una secuencia de poemas que además experimenta una transformación estilística, desde el alucinado poema en prosa del prólogo, pasando por los poemas narrativos centrales hasta los últimos, breves y oscuros poemas del epílogo. Se trata sin duda de una obra maestra, capital, inclasificable, ahora por primera vez traducida al castellano.

Publicación 19 de Marzo de 2010
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La vida Entera


David Grossman

«Empecé a escribir esta novela en mayo de 2003, seis meses antes de que mi hijo Uri se enrolara en elejército. Uri lo sabía todo del libro. Cada semana, al volver a casa, me preguntaba qué había hecho yo conlos personajes, mientras él me contaba sus experiencias en los territorios ocupados. Por aquel entonces, yotenía la sensación de que escribiendo, de alguna manera, estaba salvando a mi hijo de la muerte. El 12 deagosto de 2006, Uri murió en una operación militar en el sur del Líbano. Al acabarse la semana de luto,retomé el libro, que estaba a punto de acabar. Lo que cambió para mí fue el eco de mis propias palabrasresonando en la realidad.»

Durante la guerra de los Seis Días, la joven Orah está encerrada con Avram e Ilan, dos chiquillospor aquel entonces, en un pabellón de un hospital de Jerusalén. Los tres están aquejados de unaenfermedad infecciosa y nadie puede visitarlos. En ese ambiente de cerrazón nace una amistadpeculiar, que acabará unos años más tarde con el matrimonio de Orah e Ilan y el nacimiento deAdam y Ofer, sus dos hijos. Ahora Ofer ya tiene veinte años, y, aunque haya cumplido ya con eltiempo reglamentario del servicio militar, de repente acepta participar en una operación militarespecial, muy en contra de los deseos de su madre. Orah acompaña a Ofer hasta el campamento y luego toma una decisión extravagante: mientras su hijo esté en combate, ella no se quedará en casaesperándolo, sino que cruzará a pie el territorio de Israel, y además se llevará consigo a Avram, elamigo de la infancia que ha sido incapaz de recomponer su vida después de vivir un tiempo comorehén de los palestinos, y arrastra heridas físicas y emocionales de mucha hondura. ¿Por qué tantocaminar? Porque el movimiento físico para Orah es una manera de conjurar lo peor: mientras camine, ningún soldado israelí se presentará en su casa para anunciarle la muerte de su hijo, así que los pasos de la madre se convierten en una protección para el joven. Avram en principio la acompaña con desgana, pero poco a poco esa excursión peculiar crea las condiciones para el recuerdo y la reflexión. El lector aprende así que la relación entre Avram, Ilan y Orah es mucho más compleja de lo que se suponía.
Si David Grossman es autor conocido por su capacidad de cavar hondo en las heridas emocionales,en este trabajo ha rozado lo indecible. Quizá eso se deba a que su propia vida estaba ligada a la trama de la novela.
Publicación 12 de Marzo 2010
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Muere Howard Zin


«Perdemos a un historiador que hizo historia.» The Nation
A pesar de su muerte de un ataque al corazón el pasado 27 de enero, Howard Zinn continuará siendo uno de los más vivos referentes de la izquierda mundial, y el héroe de varias generaciones de lectores que aprendieron a conocer la historia del siglo XX desde una perspectiva diferente a la del poder.
Hijo de inmigrantes judíos llegados a Nueva York desde Europa, creció en los suburbios de Brooklyn leyendo a Dickens. Terminado el instituto, trabajó en los astilleros hasta que en 1943 decidió alistarse en las fuerzas aéreas estadounidenses para combatir el fascismo. Su experiencia en tan devastador conflicto y la conciencia de la desolación y muerte llevadas a cabo en nombre de la paz y la justicia, le convencieron para siempre de la imposibilidad de una guerra sin víctimas inocentes.
A su regreso a Estados Unidos retomó sus estudios en las universidades de Nueva York y Columbia, donde se doctoró en Historia. Consiguió trabajo como profesor en Spelman College, universidad para mujeres afroamericanas, y empezó una nueva lucha por los derechos civiles y contra la segregación racial, organizando boicots como el de Rosa Parks y otros llamamientos a la acción directa. Fue despedido por insubordinación. Posteriormente fue contratado por la universidad de Boston, y continuó con su activismo político oponiéndose a la guerra de Vietnam y animando a la desobediencia civil. Lo haría hasta el día de su jubilación en 1988, abandonando su clase media hora antes para apoyar una huelga de enfermeras.
Su convencimiento de que la historia no pertenece a los gobernantes sino a las personas que se organizan y luchan para conquistar el cambio, le condujo en el plano intelectual a una profunda y radical revisión desde la izquierda de la historia de su país en textos fundamentales como La otra historia de los Estados Unidos o Sobre la guerra (Debate, 2007-DeBols!illo, 2008), un elocuente alegato contra todas las guerras, y especialmente las que continúan en este siglo, ya sin Howard Zinn.
La historia del cambio social es la historia de millones de acciones, pequeñas y grandes, que convergen en momentos críticos para crear un poder que los gobiernos no pueden eliminar. Nos encontramos ahora en uno de esos momentos críticos.
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jueves, 4 de febrero de 2010

Carlos Ruiz Zafón solo quiere escribir


Por Belinda Goldsmith

SYDNEY (Reuters) - El escritor Carlos Ruiz Zafón cree que el éxito de su primera novela adulta "La sombra del viento" había sido demasiado y le había llevado a viajar y viajar durante varios años, sin tiempo para nada más, pero ahora está de vuelta para hacer lo que mejor se le da: escribir.

"La sombra del viento" ha vendido más de 12 millones de copias en 50 países desde 2001, convirtiendo a Zafón en uno de los escritores españoles contemporáneos de mayor éxito y a su libro, supuestamente, en el más vendido después de "El Quijote".

Pero no ha sido hasta ahora que Zafón, de 44 años, ha lanzado su segunda novela en inglés, "El juego del ángel", un prefacio de "La sombra del viento", situada en la Barcelona de los años 20 y que sigue la historia de un joven escritor al que se le acerca una misteriosa figura para escribir un libro.

Habló con Reuters de sus dos novelas escritas como adulto y las cuatro que escribió de joven cuando era guionista en Los Ángeles.

P: Hay un gran espacio de tiempo entre el primer libro y el segundo. ¿Por qué?

R: "Cuando acabo un libro suelo tomarme un año libre, he estado haciéndolo durante años. El final del año sabático tras "La sombra del viento" el libro empezó a tener éxito. En ese momento había acordado ir a algunos sitios para promocionar el libro, y mi vida de repente quedó hipotecada por dos o tres años y viajé por el libro, hablando más que escribiendo. Pero tuve que ponerle un fin, la cosa se me fue de las manos. Soy escritor, no orador", declaró Zafón en una entrevista con Reuters.

P: ¿Es duro volver a escribir tras un parón tan grande?

R: "Realmente no. Volví a trabajar después de cuatro años de no hacer lo que se supone que debo hacer. Mis libros llevan tiempo porque son complicados. Tuve dos años para escribir y otros dos para publicarlo. Creo que aprendí la lección. En su momento no preví que los viajes se solaparían unos a otro. No quiero que vuelva a pasar.

P:¿Puedes mantener un equilibrio mejor entre escribir y la promoción?

R: "Voy a ser mucho más selectivo. Soy novelista. Escribo ficción y eso es lo que hago bien. Salir y presentar mi trabajo no es lo que se me da mejor".

P: ¿Son estas novelas parte de una serie de cuatro libros?

R: "Sí. En su momento pensé que sería interesante escribir cuatro historias que estén interconectadas pero no necesariamente de manera secuencial. Mi idea es que un lector pueda leer uno o todas y que sea una especie de caja china de ficción. Al principio pensé que podría hacerlo todo en un libro pero sería un libro monstruoso y me di cuenta de que habría que hacer uno de cada vez".

P: ¿El tercer libro será su próximo proyecto?

R:"No estoy seguro todavía. Aún considero tres posibilidades. Una es un tercer libro, pero hay otras ideas que también me intrigan. Dejaré que la idea me venga en lugar de hacerlo al contrario. Siempre dejo que sea así.

P: La sobra del viento ha sido calificada del libro de mayores ventas desde el quijote. ¿Eso le supone una presión?

R: "Esta es una de esas cosas que a los editores les encanta, pero es imposible cuantificarlo. No sabemos realmente cuántas copias se han imprimido o distribuido de "El Quijote". "La sombra del viento" fue mi quinta novela y nunca había tenido tanto éxito, pero por entonces había desarrollado una perspectiva y no me cambió mucho. Pero claro que estoy contento con que se acepte mi trabajo".
Fuente: Swissinfo
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martes, 12 de enero de 2010

Jorge Luis Borges: "Yo he leído muy pocas novelas"


Entrevista inédita
Julio 20, 2009

El autor muestra su preferencia por el cuento ante los demás géneros ·· Califica los ‘best sellers’ como un hecho momentáneo y dice que leer sólo a contemporáneos es un error ·· Dice que la literatura se enseña mal porque no se entiende como emoción ante un texto estético, como forma de felicidad”

Muchas cosas han pasado desde aquel abril de 1975, cuando un joven estudiante porteño, Daniel Rilo, se acercó con descaro al gran Jorge Luis Borges. Más de tres décadas después muchos de los conceptos expuestos por el gran maestro siguen plenamente vigentes: un hombre cercano, encaminado a las letras desde niño, expuso su amor por la enseñanza del goce literario en si mismo, su preferencia por el cuento ante la novela, el rechazo por las clasificaciones artificiosas y el encasillamiento generacional.

-Cursó su Bachillerato en Suiza ¿Cómo se enseñaba la literatura en aquel entonces?

-En Ginebra, en el college yo descubrí que si uno se especializaba en dos materias, uno podía olvidar las otras. De modo que yo por ejemplo, que nunca supe nada (porque no quise saberlo) de física, de mineralogía, de botánica, de zoología si me intereso algo, pero poco. Pero me especialicé en literatura francesa y la aprendí estudiando latín.

-Usted respiró desde niño un ambiente literario en su familia. ¿Tuvo algún maestro que le orientó en su vocación?

-Tuve a mi padre, que me incito siempre a la lectura. Me acuerdo que una de las primeras cosas que me dijo es que leyera mucho, que escribiera mucho, que rompiera mucho y que no me apresurara en publicar. Por eso yo publique mi primer libro en el año 23, cuando tenía 24 años, y ya había escrito y había roto varios libros, porque me di cuenta que eran flojos y quizás hubiera debido esperar más tiempo, en fin alguna vez había que empezar. Publiqué Fervor de Buenos Aires (1923) fueron trescientos ejemplares y no pensé en ponerlos en venta, en mandarlos a las librerías, en mandarlos a nadie: fui repartiéndolos entre los amigos.

-¿La vocación literaria es tal que el escritor se puede realizar a si mismo y dentro de la comunidad? ¿Puede dedicar toda su vida a la vocación literaria?

-Bueno, eso puede tener dos sentidos. Económicamente no puede hacerlo (...) Yo porque he sido profesor aunque he publicado muchos libros pero no como modus vivendi.

-Sobre los ‘best sellers’. ¿usted piensa que son libros que tienen una fama momentánea o quedan como verdaderos monumentos?

-No. Tienen una fama momentánea. Como dijo Schopenhauer, mi filósofo preferido junto con Hume y Berkeley. Decían que no había que leer ningún libro que no hubiera cumplido cincuenta años. Porque el decía la vida es corta y uno no puede exponerse a leer trivialidades. Si yo leo un libro que ya ha cumplido cincuenta, o mejor aun cien años, es decir si yo leo clásicos, leo libros que han pasado por esa prueba. Es decir que si Platón ha llegado a nosotros es porque llegó, indudablemente porque durante generaciones han sentido que tenía valor. En cambio, si leemos a un filósofo contemporáneo posiblemente sea simplemente un best seller, no. Y eso lo dijo
Schopenhauer, hará mas de cien años y ha sobrevivido, bueno.

-¿Es verdad que su género preferido es el cuento fantástico con un contenido metafísico?

-Si es verdad. Yo por ejemplo he leído muy pocas novelas en mi vida, es decir naturalmente he leído a Cervantes, he leído a Conrad, a Kipling, he leído algo a Dostoievsky, he leído mucho a Flaubert, pero en general me atrae mucho mas el cuento. El cuento tiene algo redondo, cabal, que no tiene la novela. Porque en la novela hay siempre ripios, el autor imagina una trama larga y luego tiene que inventar episodios para unir un capítulo con otro, no. (...)Yo creo que La Divina Comedia, es quizás una de las obras capitales de la literatura si exceptuamos los Evangelios, naturalmente, aunque no soy creyente. Yo no creo que nadie haya leído una novela de Tolstoi, de principio hasta el fin: Guerra y Paz. Por eso decía Edgar A. Poe que era muy importante, él creía que la emoción estética tenía que ser dada de una vez, sin interrupción.

-Y en cuanto a la lectura ¿Cree que hay mas tendencia acá en Argentina a leer a los clásicos?

-Actualmente se está leyendo mucho aquí. Lo malo es que se leen solo autores contemporáneos, y es gran error. La gente lee un poco los libros como si fueran diarios. Y cada año, por ejemplo, se publican cierto número de libros y se cree que es obligatorio leerlos. Al mismo tiempo esas personas que siguen con tanta asiduidad la producción contemporánea argentina ignoran la producción contemporánea desde luego y pasada mundial, y eso es un error.

-Hablemos de docencia ¿Tal y como se enseña la literatura, se hace bien o se falsean algunas partes?

-Se enseña mal, porque se enseña fijándose menos en el goce literario que en la biografía de los autores, en las fechas de nacimiento y de muerte, en las fechas de publicación de los libros, y todo eso no tiene nada que ver con la literatura. Habría que enseñar, y yo he tratado de enseñar la literatura como una forma de felicidad, es decir que una persona, sienta emoción ante un texto estético. Entiendo que ahora se tiende a enseñar la literatura en función de la historia y que aunque quizás, siempre es necesario conocer un poco la circunstancia en que se escribió algo. Pero la literatura, me parece que ante todo, tiene que ser algo que emocione.

-Usted que mensaje podría dar a los profesores de literatura.

-Que se fijen más en la literatura, y menos en la historia de la literatura, y en las biografías de los autores. Por ejemplo, yo he sido profesor en conjunto durante más de 20 años y siempre les he dicho a mis alumnos que descuiden la biografía o que la dejen para el final si les interesa un autor, que lo importante es que lean las obras. Porque yo sé que hay profesores, de cuyo nombre no quiero acordarme, que hacen que los alumnos lean mucho sobre un autor pero no llegan al autor, eso me parece absurdo.

Fuente: El Correo Gallego.com
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